Libros de artista, cuadernos y cómics brutos: o la bibliografía que nadie pidió (1994-1998)
PARTE 1/6:
LIBRO JAGUAR I
Este primer libro intervenido —realizado en 1996— abre la serie de los Libros Matéricos, un grupo de cuadernos transformados en objetos pictóricos donde el soporte deja de ser página y pasa a funcionar como superficie expandida. Aquí el libro se vuelve territorio: capas de papel rasgado, acrílico, collage y decapado generan una piel irregular que respira como un organismo.
Las páginas se comportan como manchas solares o tramas felinas, con ecos de jaguar y geometrías fracturadas que emergen del gesto de arrancar, cubrir, tapar y volver a revelar. En algunas dobles páginas aparecen simetrías involuntarias —casi manchas de Rorschach— que sugieren alas, aves, máscaras, o figuras chamánicas filtradas a través de la abstracción.
No hay narrativa lineal: cada doble página es un microclima. Amarillos intensos, negros densos, ocres y la textura del papel antiguo crean un equilibrio entre energía primaria y arqueología visual, como si el libro hubiera sido excavado.
Este libro inaugura un modo de trabajar donde el dibujo se fusiona con la materia, y donde el accidente es motor. En él ya aparece la lógica que más tarde dará forma a tu investigación sobre simetría, dualidad, animalidad abstracta y memoria material.
Ficha técnica
Libro Jaguar I
Año: 1996
Técnica: Libro intervenido con pintura acrílica, collage, decoupage/decapado, papel rasgado, capas superpuestas, manchas simétricas tipo Rorschach, texturas orgánicas inspiradas en piel felina y grafías abstractas.
Medidas: Variable (según el libro original)
Series: Libros Matéricos — Grupo 1/6
Fotografías:
PARTE 2/6:
LIBRO JAGUAR II
Realizado también en 1996, este segundo libro de la serie Libros Matéricos amplía el lenguaje del primero, pero con un pulso más lúdico y un cromatismo más rico. Si en Libro Jaguar I dominaba la tensión entre corteza y herida, aquí aparece una vitalidad más expansiva: amarillos más abiertos, ocres profundos, negros que funcionan como umbrales, y fragmentos azules que irrumpen como pequeñas anomalías luminosas.
La estructura sigue siendo la del libro intervenido convertido en territorio pictórico: capas de acrílico, decapado, collage, papel arrancado y zonas reconstruidas que generan un mapa irregular donde la materia dicta el ritmo. Sin embargo, en Libro Jaguar II los gestos son más juguetones: las formas se ramifican, se multiplican, se repiten como patrones orgánicos —manchas felinas, diagramas solares, retículas que recuerdan pieles, fracturas o constelaciones.
Las simetrías accidentales se vuelven más evidentes: dobles páginas que sugieren rostros, animales imaginarios, paisajes minerales o criaturas que emergen del propio proceso. Aquí la abstracción se abre hacia lo narrativo sin llegar nunca a fijarse: todo permanece en estado de mutación.
Este libro profundiza en la lógica material iniciada en el primero, pero desde un espíritu más ligero. Es un cuaderno que respira: irregular, cálido, espontáneo. Un laboratorio temprano donde ya aparece la semilla de tu interés por la animalidad abstracta, la simetría como espejo interior y el libro como objeto expandido.
Ficha técnica:
Libro Jaguar II
Año: 1996
Técnica: Libro intervenido con pintura acrílica, collage, decapado/decoupage, papel rasgado, capas superpuestas, motivos orgánicos y patrones fragmentados inspirados en pieles felinas y manchas solares.
Medidas: Variable (según el libro original)
Serie: Libros Matéricos — Grupo 2/6
Fotografías:
PARTE 3/6:
SIN TÍTULO , 1997
En este cuaderno aparece un giro: la materia se aquieta y entra una economía radical del gesto. El trazo negro —rápido, acuoso, casi sumi-e— organiza la página como un espacio mental más que como una superficie pictórica. Las figuras ya no emergen de capas rasgadas sino del vacío mismo del papel, que se vuelve protagonista.
Hay rostros mínimos, casi tótems silenciosos; diagramas imprecisos; símbolos que parecen haber sido escritos sin intención narrativa, solo para registrar un pulso interior. El cuaderno funciona como respiración: páginas vacías interrumpidas por grafías bruscas, manchas que parecen pensamientos suspendidos o residuos de una historia que no se cuenta.
Aunque aún no es un cómic, ya hay algo secuencial: una cadencia. Las imágenes se suceden como pequeñas viñetas mudas, donde un gesto aislado —un círculo, un rostro a medio trazar, un cráneo animal, una espiral, una figura vertical— queda flotando en el blanco sin contexto. Es un cuaderno puente: desde aquí empieza a asomar la lógica gráfica que más adelante dará lugar a los cómics brutos.
La economía del agua tinta, el uso del blanco como silencio y la ambigüedad de los signos convierten estas páginas en una especie de “proto-narración” donde cada dibujo es un pensamiento momentáneo y, al mismo tiempo, un personaje sin historia.
Ficha técnica
Sin título (Provisional: Memorias de la inserena vacuidad)
Año: 1997
Técnica: Tinta negra y aguadas sobre cuaderno comercial de papel envejecido.
Medidas: Variable (según el cuaderno original)
Series: Cuadernos Gráficos — Grupo 3/6
Fotografías:
PARTE 4/6:
EN PUNTO CERO
Este libro —realizado hacia 1998 sobre un cuaderno escolar barato— pertenece a la familia de los cómics brutos y diarios dibujados: un híbrido entre cuaderno de clase, borrador de poemas, apuntes íntimos y pequeñas escenas narrativas que se despliegan sin jerarquía. Aquí el soporte no se transforma en objeto matérico, sino que permanece crudo: papel cuadriculado, tapas frágiles, grapas oxidadas, dobleces, manchas y huellas de uso que forman parte del fraseo visual.
El lenguaje es directo, impulsivo, urgente. Mezcla escritura automática, frases tachadas, humor ácido, pensamientos sueltos y escenas que rozan lo absurdo. Las figuras —a veces grotescas, a veces vulnerables— aparecen construidas con lápices escolares, rotuladores baratos y colores primarios, como si estuvieran dibujadas “desde dentro” sin pretender perfección.
La estructura es fragmentaria: una frase que se ahoga en espiral, un personaje bajo la lluvia, un monólogo amoroso, un chiste malo, una confesión rápida, una figura geométrica deformada. Todo convive en un mismo plano emocional. El libro funciona como un campo de pruebas donde texto y dibujo se contaminan mutuamente, sin borradores ni correcciones.
Hay humor, rabia, ternura, cansancio, desvarío. Hay un yo que habla, otro que replica, un tercero que se burla. Todo ocurre en “punto cero”: un territorio mental donde lo íntimo y lo absurdo se mezclan con total naturalidad. Es, quizás, el testimonio más crudo de una voz que todavía está buscando un lugar —y que en esa búsqueda deja un rastro de imágenes que no intentan ser arte, pero que lo son por pura necesidad.
Ficha técnica
Título: En Punto Cero
Año: ca. 1998
Técnica: cuaderno escolar intervenido con lápices de color, bolígrafos, rotuladores, escritura automática, dibujos espontáneos, escenas fragmentadas, textos corregidos y tachados, figuras caricaturales y estructuras narrativas libres.
Medidas: variable (según cuaderno original)
Series: Libros Matéricos — Grupo 2/6
Fotografías:
PARTE 5/6
CÓMIC BRUTO I — "SUB-SOFT" o "El cerebro de Lola" (Abril 1996)
Realizado en 1998 sobre un cuaderno escolar de papel barato, El cerebro de Lola inaugura la serie de los Cómics Brutos: narrativas dibujadas sin guion previo, de línea nerviosa, manchas urgentes y un humor oscuro que no pide permiso. Aquí el trazo va por delante del pensamiento; el texto llega después, como si la página fuera un interlocutor malicioso que obliga a improvisar.
Este cuaderno funciona como una novela gráfica mínima, hecha de impulsos, tachaduras, exageraciones y escenas que parecen ocurrir en el mismo instante en que se dibujan. La historia —si es que existe como tal— gira en torno a una operación imposible: un grupo de personajes medio grotescos, medio cómicos, intenta “estudiar” el cerebro palpitante de Lola, convertido en objeto, fetiche o evidencia de un experimento absurdo. La ciencia, la medicina y el relato policial aparecen deformados, como vistos a través de un vidrio sucio.
La estética es deliberadamente sucia: tinta azul y negra, rotuladores gastados, papel amarillento, viñetas inclinadas, bocadillos desbordados y colores que vibran sin armonía. No hay pretensión de estilo; hay necesidad.
Los personajes hablan demasiado y dicen poco; lo importante está en la deformación del gesto, en el trazo acumulado, en la energía que intenta sostener una ficción hecha de restos.
Este cómic bruto captura una época donde el dibujo era un método de exorcismo y sátira personal: humor ácido, cuerpos desajustados, monólogos redundantes, frases que ríen de sí mismas. Es el reverso caótico de los Libros Matéricos: aquí no hay simetría, sino derrumbe.
Un diario mental dibujado sin pudor.
Ficha técnica
Título: Cómic Bruto I — El cerebro de Lola
Año: 1996
Técnica: Rotulador, bolígrafo, lápices de color y tinta sobre cuaderno escolar económico; viñetas espontáneas, narración fragmentada, línea expresiva y color estridente.
Medidas: Variable (según cuaderno original)
Serie: Cómics Brutos — Grupo 5/6
Fotografías:
PARTE 6/6
CÓMIC BRUTO II — ("Cuaderno Amarillo" o "El Retorno de Lola" ) — 1998
Serie: Cómics Brutos — Grupo 6/6
Dibujado en 1998, este segundo Cómic Bruto continúa la lógica del cuaderno anterior, pero con un ritmo más delirante y un humor todavía más corrosivo. Si El cerebro de Lola era una disección absurda, aquí todo entra en una espiral de excesos: llamadas obscenas, personajes deformados por la noche, pequeños tráficos, desayunos imposibles, mezcalina en polvo, amantes que desaparecen y escenas que se derriten sobre la página como si el propio papel estuviera drogado.
No hay un centro narrativo estable; todo es un flujo de situaciones que cambian de tono sin aviso: del grotesco al slapstick, del erotismo torpe al mal viaje psicodélico, del costumbrismo sucio a una especie de pesadilla humorística. Los cuerpos vuelven a ser caricaturas tensas, con líneas que tiemblan, manchas amarillas insistentes, bocadillos que parecen gritar y una voluntad clara: dibujar rápido para no pensar demasiado.
Este cuaderno funciona como una cápsula de su época: madrugadas largas, conversaciones absurdas, personajes que hablan solos, escenas sin moraleja. Un cómic que no pretende contar una historia, sino exorcizar un clima. El trazo es todavía más suelto que en el cuaderno anterior; más inmediato, más insolente, más improvisado.
Mientras El cerebro de Lola tenía un “tema” alrededor del objeto cerebral, este segundo volumen es un retrato fragmentado de una ciudad interior llena de vicios, chistes privados, excesos químicos y pequeñas tragedias narradas con humor bruto. La incoherencia es parte del método: cada página es un pequeño estallido.
Ficha técnica
Título: Cómic Bruto II — "Cuaderno Amarillo" o "El Retorno de Lola"
Año: 1998
Técnica: Rotulador, bolígrafo y lápices de color sobre cuaderno escolar; secuencias espontáneas, deformación caricaturesca, humor negro y color monocromático dominante (amarillos y ocres).
Medidas: Variable (según cuaderno original)
Serie: Cómics Brutos — Grupo 6/6
Fotografías:















































































Muy buenos los libros y los cómics, como el titulo dice son brutales!
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